El Aula Alimentaria de la Universidad de Córdoba, de la que soy director académico, junto a mi compañero Manuel A. Amaro, como colofón de la semana cultural, ha celebrado un concurso de tapas y un gran perol cocinado por ellos mismos.
Entre las tapas premiadas, quizás la más original ha sido la ganadora, elaborada con un mouse de chorizo ibérico y pasas, sobre mango, con reducción de tónica y arándanos y todo ello presentado sobre una lata «espachurrada» de tónica. Originalidad no le falta y desde luego, según los que la probaron y otorgaron el premio, sus atributos organolépticos estaban a la altura de la sorpresa.
El arroz, elaborado por Ángel Herrero, alumno de 4º de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, y que cualquier día nos lo encontramos en MasterChef, se hizo de esperar por un rosco de butano misteriosamente desaparecido, que tuvo que ser sustituido sobre la marcha y por un viento que apagaba la llama continuamente. Ante todo ello, Ángel ni se inmutó y prosiguió con este plato tradicional de la cocina cordobesa, al que por ponerle alguna pega a la fidelidad de la tradición le faltó «la cuchará y paso atrás» que aprendieron todos en Alimentación y Cultura. Por cierto, no quedó un grano y cuando me iba estaban pensando en preparar otro, que iba a ser para una hora vespertina, muy típica para el perol.
No faltó su música pachanguera, a través de un altavoz y hasta un improvisado coro rociero. Y lo hicieron todo ellos solitos, con alguna colaboración de otras aulas, pues los profesores sólo hicimos acto de presencia puntual, entre otras cosas, porque creemos (creo que con razón) que les cortamos un poco el rollo. Estos chavales demuestran que la Universidad es algo más que estudio, prácticas, o trabajos de fin de grado, es momento de compartir, de iniciarse en la vocación de servicio y si es en torno a la comida, mucho mejor.
Suelo oír muchos comentarios sobre estas nuevas generaciones, casi todos despectivos, o cuando menos apesadumbrados y pesimistas… pero viendo a estos chavales y escuchando sus vivencias y anhelos, se desvanece cualquier duda de que cualquier tiempo futuro será mejor, gracias a ellos.
¡Ánimo! ¡no desfallezcáis! pero acordaros también de aprobar el curso, que eso si que os compromete el futuro… y el nuestro.
