Desde bien tempranito, estoy recibiendo felicitaciones por teléfono y redes sociales, tanto de mi círculo más íntimo, como incluso de personas que ni conozco, o tengo poco trato, pero que el chivato de Facebook les indica que es un día especial para mí.
Para los que no están pendientes de estas cosas, hoy cumplo 57 años y creo que es motivo para estar feliz.
Es curioso felicitar por los cumpleaños.

Es una curiosa costumbre, que en nuestra familia solemos celebrar siempre y que este año, para evitar riesgos por el nuevo brote de contagios en Córdoba del dichoso coronavirus, será algo reducido a los que convivimos en casa.
Pero realmente tenemos mucho que celebrar, ha sido un año a nivel mundial que nos ha tenido en sus últimos meses contra las cuerdas. Hemos sobrevivido a un confinamiento (aún algunos lo padecen), al azote de un virus en nuestras familias y amigos, con personas de las que ni siquiera hemos podido despedirnos (ya sea por el virus en sí, o por las medidas para evitar propagarlo).

Un año para felicitarnos por la labor encomiable de nuestros servicios públicos (sobre todo sanitarios, pero también todos los demás que han estado en las calles) y privados (principalmente de aquellos que nos han tenido abastecidos). Muchos me habréis oído una frase que digo desde hace años respecto a mi falta de interés por el fútbol y es que «el día que los médicos ganen más que los futbolistas me reconciliaré con este deporte…» y ahora muchos me empiezan a dar la razón.

Echando la vista atrás, si justo hace un año, alguien nos hubiera contado cómo iba a ser este periodo, lo hubiésemos tildado de conspiranoico cuando no de fantasioso y catastrofista. Y lo más pavoroso es la incertidumbre del devenir de los próximos meses. Pero al menos estamos intentando prevenirnos y esperemos que no nos pille a calzón bajado, como en el nefasto marzo de 2020 (trasladarlo a vuestro inicio de la pesadilla en cada país que viváis). Por cierto, mucho ánimos a mis amigos y conocidos en Iberoamérica que ahora están domando la curva.

Pero este texto no pretendo que sea lúgubre y catastrofista, sino todo lo contrario, quiero que me felicitéis y lo hagáis con motivos, pues me siento una persona afortunada. Creo que siempre lo he sido y así lo he reconocido casi siempre, aunque como todos, atravesamos por nuestros baches, más o menos profundos y largos.

Felicitadme, porque 57 años dan una perspectiva de la vida muy consolidada, basada en una experiencia ya dilatada en muchos ámbitos, unas relaciones sociales amplias que te permiten conocer enfoques diferentes (y en mi caso muy plurales), pero manteniendo aún la lucidez mental para sopesarlo todo. Perdido ya el ímpetu (que no el entusiasmo) y la inocencia (en ocasiones inconsciencia o temeridad) pero aún con ganas de acometer nuevos proyectos e iniciativas, con una perspectiva más sosegada (lo que no elude las premuras).

Felicitadme porque en lo personal, me encuentro en un momento dulce, mis padres y familia cercana gozando de buena salud (con los habituales achaques). Mis hijas estupendamente: Alicia ya viviendo con su pareja (cerquita de casa) desde antes del confinamiento y progresando en su trabajo; y Macarena, de la que suelo referir poco en redes, pues su ámbito profesional está bastante distante de los temas que suelo tratar en ellas, pero de la que me siento enormemente orgulloso, pues ha sido la primera, a pesar de ser la menor, que ha tenido que abandonar el nido para estudiar un máster, desenvolviéndose estupendamente y demostrando la madurez que siendo tan joven, tiene. En este último año, ya de regreso en casa, he podido disfrutarla aún más de lo habitual, por haber convivido con ella durante el confinamiento, que a pesar de que no compartimos algunos puntos de vista, ha sido una auténtica gozada. Además, ayer defendió un magnífico TFM totalmente novedoso, no solo por la temática: terapias para personas con rechazo de su imagen corporal; la metodología: dos terapias de caso único en dos pacientes similares durante el mismo periodo; sino además por la forma de aplicación de la terapia, de total actualidad, pues lo ha hecho por videoconferencia durante el confinamiento, lo que abre una puerta interesante en este tipo de situaciones.  ¡Enhorabuena!

Felicitadme, pues Paqui se vino a vivir a casa en septiembre (después de 11 años de noviazgo) y hemos podido pasar el confinamiento juntos y esperemos que por muchos años (vivir juntos, ¡no de confinamiento!).

Felicitadme
, pues me precio de tener buenos amigos (no los que se miden en redes sociales), sino los que te alegran en día cuando les pasa algo bueno y de los que te duele cuando no les va bien. Amigos, con los que a veces se pasan los meses sin saber nada de ellos (yo soy así y ellos también), pero que estamos para cuando hace falta. Y amigos más cotidianos. Amigos que primero fueron compañeros, contactos de trabajo, o los conoces en otras circunstancias y que con el tiempo los consideras de la familia. Amigos más íntimos y amigos con los que ni te has tomado una cerveza, pero por falta de ocasión, no de empatía.

Felicitadme, porque profesionalmente ha sido una año de crecimiento y consolidación. Un año de mucho trabajo, muchos eventos (frenados en seco en marzo). Un año de sembrar nuevos proyectos, de recoger frutos e incluso de rentabilizar esa venta.  Proyectos en marcha (uno de la Junta de Andalucía y un FEDER del que en breve podremos disfrutar de un equipo de altas presiones hidrostáticas, que en costes finales ronda los 700.000€), proyecto actualmente no financiados pero con buenas perspectivas de futuro: platos emblemáticos de la gastronomía andaluza, platos olvidados de la gastronomía española, bebidas típicas, el perol cordobés, estandarización de la pipirrana, etc. Dos tesis para defenderse este año. Y producción científica, sobre todo en artículos indexados (que al final es uno de los criterios que más nos barema en mi profesión), de los que no me puede quejar como se ve en el siguiente gráfico, ampliación del balance de 30 años que hice hace un par de años.

Felicitadme también, por mi crecimiento personal, porque sigo aprendiendo, tanto nuevos conocimientos de los más diversos ámbitos (no solo los profesionales), como también de mis errores, manías, prejuicios, etc, que con 57 años de hábito, es difícil combatir, pero al menos que no aumenten. Por ejemplo, anoche aprendí a hacer el gráfico animado que he puesto encima de este párrafo, para poder usarlo en web (ya iré mejorando la técnica).

Felicitadme, por último, por tener la inmensa suerte de tener alguien que lea mis pensamientos por estos medios, pues en la era del tweet, será todo un logro que alguien haya pasado de las preguntas que formulaba al principio (o simplemente haya visto las fotos). Si has llegado hasta este punto del escrito, te felicito y sobre todo, te agradezco el tiempo que me has dedicado.

Muchas gracias, a todos los que me habéis felicitado (incluso a los que se olvidaron), por hacerme la vida tan interesante y amena.