Si los extraterrestres visitan periódicamente la tierra y lo hicieron hace 4000, hace 2000, hace 1000 años y en la actualidad, el informe sería parecido: ¡los humanos tienen un nuevo Dios!
Aunque más bien dirían algo así como: ¡Internet es su dios y Google su profeta!
Pero este nuevo dios está aunando realmente a todos los humanos bajo una misma creencia, las conversiones son en masa. Sólo los más viejos se resisten en su convencimiento en sus antiguos dioses y enseñanzas. E incluso, los niños muy pequeños reconocen la palabra del nuevo dios y sus mandamientos.
Todos aspiramos a llevarlo todo al cielo, o más bien a la nube, portamos su biblia de bolsillo (móvil) junto a nosotros, y la consultamos frecuentemente, para ver si hemos recibido algún nuevo mensaje de la nube divina. Esa biblia de bolsillo la hemos convertido en nuestra perpetua consejera y hasta en el medio para todo lo que diariamente tenemos que hacer, cual Talmud, judío. De vez en cuando nos postramos en alguno de sus altares (ordenadores) y confesamos nuestros pecados, o los de nuestros conocidos, o simplemente escuchamos los relatos de las nuevas sagradas escrituras. Siempre deseosos de que nos llegue una señal para recibir el mandato divino.
Comemos, vestimos, compramos, viajamos, etc., como nos dice y se adelanta a nuestros deseos, pues sabe lo qué queremos, incluso antes de que pensemos en ello. Estamos en todo momento localizados y ubicados y dejamos testimonios gráficos de nuestra fe allá donde vamos en forma de fotos, vídeos o comentario.
Si en algún momento perdemos la conexión divina, nos sentimos perdidos, desamparados, solos, hasta el punto de buscar con ansia conectar de nuevo como sea.
Sus leyes están por encima de las humanas, y no importa que nos prohíban seguir su palabra conduciendo, o al pasar un paso de peatones, o en el avión, o una zona de silencio o de no uso de aparatos electrónicos… no podemos resistirnos.
Además, podemos elegir nuestros santos devocionales: Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, Crome, Mozilla… todos están en conexión con él y a través de todos nos podemos comunicar, formando comunidades de devotos, e incluso pugnando por cual es más «milagrero», pues todos nos escuchan e incluso a veces nos conceden nuestros deseos.
Hasta tenemos nuestro propio sabio Salomón (Wikipedia) y por supuesto miriadas de sacerdotes (informáticos) y capillitas (frikies).
Como en toda religión, también tenemos demonios (virus informáticos) y diablos (hackers) que nos quieren arrastrar al infierno, destruyendo nuestras biblias y evitando que comuniquemos con es ser supremo. Nuestro infierno es está fuera de cobertura y sin batería.
Y el extraterrestre terminaría su informe diciendo, que al final todo se repite y muchos de los nuevos creyentes, ya mordieron la manzana:
Mis disculpas a todos los que tienen verdaderas creencias, por usar blasfemamente símbolos de su fe, pero creo que reconocerán fácilmente el símil al nuevo becerro de oro.