(basado y actualizado de la publicación homónima que hice en Facebook el pasado 7 de marzo de 2023)
 
Si este artículo se convirtiera en viral y miles de personas lo compartieran, lo comentaran e incluso lo criticaran, posiblemente la frase se convertiría en un mantra: «Las naranjas provocan procesos gripales«. ¡Además viniendo de un catedrático de nutrición!
En ese momento, alguien podría realizar el experimento que les propongo, que no entraña gran dificultad. Solo un poco de constancia.
Durante un año vamos a hacer dos preguntas diariamente: a un frutero ¿Cuántos kilos de naranjas vendiste ayer?
Y a un celador en la puerta de un hospital: ¿Cuántas personas vinieron ayer al hospital por procesos gripales?
Los datos recopilados los ponemos en una gráfica, en la que en uno de sus ejes estaría la venta (por tanto, consumo) de naranjas y en el otro eje el número de personas con procesos gripales. Y ponemos un punto en la gráfica por cada día, en el lugar que corresponde a donde se encuentran ambos datos cada día.
Obtendremos una nube de puntos que se alejan del origen de coordenadas (0 naranja y 0 gripal) de forma lineal. Es decir, a mayor consumo de naranjas corresponde mayor número de procesos gripales.
¡Eureka, he descubierto la causa de la gripe!
Obviamente, todos podemos entender que uno de los elementos del estudio no es el causante del otro, sino que ambos se ven afectados por un tercero: la climatología, ya que las naranjas son frutas de invierno y los procesos gripales también son más frecuentes en esta estación.
La relación causa efecto es fundamental cuando pretendemos determinar «el efecto» de determinada sustancia, acción o circunstancia sobre el parámetro que queramos observar. La simple correlación no supone en sí relación y mucho menos causalidad.
Recientemente la OMS ha realizado una recomendación de que no se consuman edulcorantes ya que según los estudios que han evaluado, no producen el efecto que supuestamente persiguen «reducir peso», pero están relacionados con diabetes y enfermedad cardiovascular. Algo similar ya se habían hecho eco los medios y las redes no hace mucho, con el estudio de «The artificial sweetener erythritol and cardiovascular event risk», en Nature, que indicaron que  la ingesta de un edulcorante, eritritol, sea la causa de incidencia de enfermedad cardiovascular, cuando a un grupo de pacientes de este padecimiento se les miden ambos parámetros. Tanto el estudio de Nature, como la propia OMS, indican que no han podido demostrar causalidad.
Aunque el estudio de Nature hacía referencia al eritritol y el de la OMS delimita un grupo de edulcorantes, casi todos los medios meten en el mismo saco a todos los edulcorantes, cuando son sustancias químicas muy diferentes entre sí.
Es decir, como si de nuestro estudio de las naranjas concluyéramos que hay que dejar de tomar fruta para acabar con los procesos gripales. ¡Como si todas las frutas fuesen iguales! ¡Como si todos los edulcorantes lo fuesen!
Y ya que estamos, algunos ya arremeten, por estos estudios, contra los ultra-procesados, usando los edulcorantes como su emblema. ¡Evitemos los alimentos vegetales! Ya que la naranja es su icono.
Con esto ni defiendo los edulcorantes, ni mucho menos los ultra-procesados (termino falaz que he criticado en alguna ocasión), simplemente apelo a la sensatez y evitar el alarmismo.
Volviendo a nuestro experimento, ¿nos han recomendado alguna vez zumo de naranja para la gripe? ¿No será que, si hay alguna causalidad, sea que cuanta más gripe haya, la gente tomará más zumo de naranja para combatirla y no al contrario? Obviamente con independencia del cofactor estacional.
En el caso del estudio de Nature con el eritritol ¿Es factible que a una persona con problemas cardiovasculares le recomienden que reduzca la ingesta de azúcar? (sobre todo con la comorbilidad de diabetes y obesidad que suele haber) ¿sería normal que esa persona sustituya azúcar por edulcorantes? Por tanto, una persona con mayor riesgo cardiovascular (por ejemplo, con obesidad y diabetes) ¿consumirá más edulcorantes?
En el caso de la OMS el razonamiento es el mismo, es mucho más habitual que personas con problemas de obesidad, diabetes y enfermedad cardiovascular (o incluso solo riesgo de estas últimas), sustituyan el azúcar de mesa por edulcorantes. 
¿Cuál es más creíble que sea causa y cuál el efecto?
 
En cuanto a la argumentación de la OMS de que los edulcorantes se utilizan «para perder peso» es bastante impreciso, pues la mayoría de personas que toma edulcorantes sabe que lo único que hace es reducir las calorías que aporta, lo que habitualmente consume con azúcar. Posiblemente, si evita los edulcorantes, vuelva al azúcar y los efectos pueden ser nefastos. Posiblemente por eso la OMS indica que las recomendación de no consumir edulcorantes no debe aplicarse a diabéticos, pues sabe muy bien cual puede ser la consecuencia. No es desdeñable en cualquier caso, que alguien pretenda autoengañarse cuando toma un producto «light» pensando que no aporta calorías o aún mejor, que le esta produciendo una pérdida de peso.
Sería fantástico que, poco a poco, vayamos reduciendo la cantidad de dulzor que queremos obtener cuando tomamos un café y con el tiempo dejar de usar azúcar, o edulcorantes en nuestros cafés diarios. ¿pero cómo hacemos una reducción paulatina del «dulzor» en los refrescos que tomamos, o el helado, o cualquier otro alimento dulce?
 
Por otra parte, estamos obviando componentes psicológicos de recompensa que se producen al comer o beber y que en el fondo están detrás de muchos problemas de obesidad, pero también en ingestas desfavorables en diabetes, enfermedad cardiovascular, o incluso gota. Para muchas personas, no es tan fácil dejar de tomar alimentos dulces y en los edulcorantes encontraban una solución, que en en este momento la OMS pretende cercenar, sin dar una alternativa.
Pero lo más terrible del tema es que si la OMS tiene pruebas fehacientes de los efectos desfavorables sobre la salud de los edulcorantes, ¿por qué no ha interpuesto ante la FDA y la EFSA (organismo encargados de velar por la seguridad alimentaria en Estados Unidos y Europa, respectivamente) que los retiren de la lista de aditivos permitidos para uso alimentario? O en su defecto ¿por qué EFSA y FDA no actúan ante este informe para retirarlos? Todo lo contrario, han informado de que los edulcorantes pasan todas las pruebas de inocuidad para que puedan seguir usándose como hasta ahora.

Por si alguien ha llegado hasta aquí y aún tiene dudas:
LAS NARANJAS NO AUMENTAN LOS PROCESOS GRIPALES
NO SAQUEMOS CONCLUSIONES PRECIPITADAS NI PREJUICIOSAS
 
Consuman menos alimentos dulces.
 
No abusen del consumo de ningún producto (alimento, suplemento, aditivo, o lo que sea), a pesar de que no se haya demostrado ningún efecto adverso del mismo.