Sesgo por confirmación

Esta expresión viene a reflejar la predisposición a aceptar aquella información que coincide con nuestras premisas sobre un tema. Lo estamos practicando a diario en cuestiones morales, políticas, religiosas, filosóficas o simplemente por prejuicios o presentimientos. Ese nuevo vecino que nos da “una mala impresión”, que corroboramos cuando se salta stop de nuestra calle (en el que no se para nadie). ¡Ya lo decía yo!

A nivel político nos hace más convincentes los postulados de una fuerza política concreta, o reclutan adeptos a cuestiones como el terraplanismo, el negacionismo general, o al cambio climático, antivacunas, etc. No, no son personas con un problema mental, son personas con un “prejuicio”, que se agarran a cualquier vestigio que dé verosimilitud a sus postulados. Esto afecta a los medios de comunicación que atendemos, o a los influencers que seguimos, que normalmente coinciden con nuestro pensamiento.

Esta forma de pensar ha existido siempre y, en ocasiones, han sido lo que ha roto el paradigma existente, para hacernos avanzar en direcciones que inicialmente no parecían coherentes. Pero nunca ha sido tan fácil tener nuestros propios sesgos de confirmación, porque vivimos en “la sociedad de la información” a un nivel de infoxicación (intoxicación por exceso de información), lo que permite que puedan encontrarse argumentos que respaldan (confirman) nuestros postulados y lo que es aún más alarmante, encontrar “simpatizantes” con nuestra causa.

Este sesgo, aunque preocupante de forma general, porque es lo que nos mueve a ciertos radicalismos de la sociedad nada beneficiosos, también esta afectando al mundo científico. No es que no existiera antes, los científicos pecamos en general y, sobre todo cuando llegamos a ciertas edades, de un sesgo de confirmación sobre lo que previamente está establecido. Es decir, una inercia a no creer indicios que contradicen nuestros paradigmas en un aspecto de la ciencia. Obviamente en esto se basa la evidencia científica, en postulados que se ratifican mediante la repetición del experimento científico. Pero en una época en la que se publican miles de artículos científicos al día, algunos lógicamente contradictorios, pues no olvidemos que la mayoría de ellos se articulan sobre entes biológicos (con su variabilidad natural y condicionada) o sobre constructos mentales. Además, más asequibles que nunca con unas herramientas de búsqueda poderosísimas que se han visto reforzadas por la inteligencia artificial. ¡Qué fácil es encontrar el artículo, o la parte del artículo que confirma mis postulados! Y, además, en ocasiones hacer que encaje, aunque sea a martillazos, por ejemplo, encontrar un artículo sobre la jerarquía de los leones en África y aplicarlo a por qué se orina mi “michi” en la cesta de la ropa limpia.

Todo esto viene a colación con las corrientes contrapuestas de opinión en torno a la alimentación y más concretamente en temas de nutrición, entre algunos “creadores de contenido en redes” frente a sociedades científicas, instituciones o científicos concretos. Todas las dietas y recomendaciones alimentarias que inundan nuestras redes, todos los vetos a alimentos concretos, basados en “artículos científicos” permiten alimentar todos los sesos de confirmación que podamos imaginar. Noticias que finalmente se demuestran que son paparruchas (término en castellano para las FakeNews) y que son defendidas a muerte por acólitos del influencer, con la timorata respuesta de los verdaderos científicos. Bien es cierto que el necio se empecina en sus convicciones, mientras el sabio siempre duda.

Además, en una ciencia como la “NUTRICIÓN” en la que a lo largo del tiempo hemos demonizado, desde el aceite de oliva, el pescado azul, el huevo, etc. Para, tras eximirlos temporalmente, finalmente incluso algunos encumbrarlos como “super alimentos”. No olvidemos que los entes biológicos son complejos, tanto los propios alimentos, los individuos sobre los que experimentamos y las condiciones ambientales a las que los sometemos. Además, la instrumentación científica y el propio conocimiento científico va mejorando con el tiempo.

Hoy más que nunca el sabio debe dudar y abrir su mente al conocimiento científico basado en la evidencia científica actual, sin sesgos, pero también sin vehemencia. Puede que mañana se descubra algo que refute lo que hoy aceptamos.

Yo estoy revisando mis sesgos de confirmación, os animo a hacer lo mismo en todos los aspectos de vuestra vida.

Imagen generada por IA y modificada