Resulta muy fácil ser presidente de tribunal de una tesis, que cuenta con 4 artículos publicados en revista científicas de alto impacto (Q1) y con otros tres artículos más enviados para publicar en similares medios. Éste ha sido el caso de la tesis defendida hoy por Francisco Julián Cuevas Román que lleva por título «Utilización de técnicas analíticas de cromatografía y espectrometría de masas para autentificar productos alimentarios de calidad diferenciada«. Sus directores, dos entrañables colegas José Manuel Moreno Rojas (sin parentesco conmigo), Investigador principal de IFAPA y María José Ruiz Moreno. Y como miembros del tribunal María del Carmen García Parrilla (Catedrática de la Universidad de Sevilla) y Sara Panseri (Universidad de Milán).
La tesis, que más que tesis era un auténtico compendio de técnicas analíticas y pruebas estadísticas aplicadas sobre una diversidad de materias agroalimentarias, demuestra el posicionamiento del grupo de investigación de José Manuel Moreno. Sus investigaciones están suponiendo un antes y un después en la investigación en IFAPA, que sin perder su vocación de servicio y transferencia al sector agroalimentario, está dando prestigio (proyectos, publicaciones y tesis) en el ámbito más alimentario.
Los objetivos de la tesis eran muy claros: por una parte, permitir diferenciar producto ecológico de convencional en cuanto a su composición nutricional, lo cual ha podido ser demostrado en ciruela, naranja y zumos premium de naranja. Contaba también con los objetivos del empleo de técnicas de última generación: isótopos estables. Esta técnica la ha empleado para la caracterización, por una parte, de fertilizantes «naturales», frente a los sintéticos y por otra , para estimar la alimentación recibida por el cerdo ibérico, ya no solo a partir de su grasa, sino también en su musculatura, que luego se transformará en estupendo jamones, paletas y embutidos.
Esta tesis, pone los cimientos de la caracterización nutricional de los productos ecológicos y puede ser el punto de arranque para la detección de fraudes en este sector, que es uno de los identificados como más preocupantes en la Unión Europea. El uso de la fusión de múltiples y complejas técnicas analíticas y por otra parte, el uso de la especiación de isótopos estables, pueden ser una clave para dirimir arbitrajes y reducir el fraude alimentario. O de todo lo contrario, para demostrar que realmente no hay tal fraude en productos españoles comercializados en la UE u otros países. Esto ocurre porque en algunas ocasiones se esgrimen determinaciones analíticas de contraste, sin que realmente se hayan comprobado los métodos (no oficiales) para evidenciar dicho fraude.
Precisamente hace unos días, José Manuel Moreno explicaba en el Jardín Botánico de Córdoba, en qué consiste esta técnica novedosa de los isótopos estables, que permite una identificación geográfica del origen de los productos, e incluso posición de alimentos en la cadena trófica y por supuesto perseguir el fraude alimentario.
Mi más cordial enhorabuena al flamante doctor con sobresaliente «Cum Laude», a sus directores y a la institución que en tan buena posición está situando la investigación en Andalucía.