Antiguos alumnos con joven profesor
Antiguos alumnos con joven profesor

Ha salido el diario Córdoba del 14 de junio, una artículo mío relativo al 25 aniversario de la titulación de CyTA (Ciencia y Tecnología de los Alimentos).

Cómo tuve que reducirlo a 5000 caracteres (incluidos espacios), que por cierto los clavé, os dejo la versión extendida (ni que fuera una película de culto). Y los enlaces  para los que quieran las versiones resumidas tanto en  internet, como en papel.

 

De vez en cuando,  algún antiguo alumno o alumna de la licenciatura de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (CyTA) pasa por mi despacho para saludarme y recordar los viejos tiempos; mayoritariamente alumnas, ya que en esta titulación la supremacía de ellas es historicamente evidente. Estos agradables encuentros me hacen evocar momentos ya lejanos de mi carrera docente,  que empieza a ser nostálgicamente prolongada, y está ligada casi por completo a esta titulación.  Recientemente uno de estos reencuentros con un licenciado ya veterano y no precisamente de la primera promoción, me hizo recordar que se cumplen en este curso los 25 años del inicio de los estudios de  CyTA en la Universidad de Córdoba. Recordar sucesos y anécdotas de aquellos primeros tiempos me ha sumido en la nostálgia algo melancólica que anuncia y certifica el paso de los años.  La carrera se había iniciado como título propio de la Universidad de Córdoba, en el curso 1990-91, promovida por un grupo de profesores inquietos, con visión de futuro, entre otros por el Prof. Manuel Alcalá Aguilera del Departamento de Bromotología y Tecnología de los Alimentos. Éste, mi departamento, era y es el responsable de la mayor parte de la docencia en CyTA, a pesar de ser una de las titulaciones más multidisciplinar. Por ello, viví de primera mano todo el proceso de puesta en marcha de la titulación aunque no me incorporé hasta pasado un año de su inicio.

Fue en diciembre de 1991, con mi tesis recién leída dos meses antes, cuando me incorporé a la docencia regular de CyTA. Tuve que construir e impartir dos materias: “Alimentación y Cultura” y “Dietética y Nutrición”. En horario vespertino, que se alargaba con clases teóricas hasta las nueve de la noche (y a veces algo más) puse al servicio de la tarea todo mi entusiasmo y el creciente caudal de conocimientos sobre las mismas que iba adquiriendo laboriosamente. Junto al Prof. Francisco Rincón León, que acababa de regresar a Córdoba, tras una fructífera etapa de servicio en  la Universidad de Murcia nos convertimos en profesores casi exclusivamente de esta titulación; episodicamente atendíamos  tambien asignaturas de la licenciatura en Veterinaria. Por entonces, yo era el profesor más joven del elenco, “el niño”, así me motejaban cariñosamente. Pero también,  era más joven que casi todos los alumnos. La veteranía de muchos de ello se debía al hecho de que CyTA era una titulación de segundo ciclo, que cursaban después de haberse graduado como licenciados en Veterinaria, Farmacia, Medicina, Biología o como Ingenieros Agrónomos y algunos ya con ejercicio profesional consolidado que se relacionaba con el mundo de los alimentos. Otros lo hacían por pura vocación o por pretensión de ampliar conocimientos.  Eran pocos pero entusiastas e interesados. No iban a perder el tiempo y su  sentido de la responsabilidad era todo un acicate para nosotros.

Anecdóticamente recuerdo bromear con aquellos novatos de respetable edad y talante cuando me hacía pasar por joven alumno insolente y lenguaraz, que despotricaba  del profesor que iba a entrar en clase (que no era otro que yo mismo).

Estos primeros años, la titulación era prácticamente desconocida, no digamos ya en Córdoba, o en el propio sector agroalimentario de la región y la provincia, sino incluso en la propia Universidad. Algo muy distinto a lo que ocurría en otros lugares, como pude experimentar más tarde. En el campus de Burgos, por ejemplo, era apostar por el futuro. Allí  obtuve plaza  de profesor titular, en el año 1993,  para esta titulación. No solo en los sectores productivos y empresariales, sino incluso a nivel de calle todo el mundo conocía y apostaba en Burgos por la nueva titulación. CTA era su buque insignia de innovación y, por qué no mencionarlo, oportunidad para emanciparse de la  Universidad de Valladolid y constituir Universidad propia en aquella vorágine de aparición de campus provinciales como setas.

Fueron años complejos, como todos los inicios, sin recursos didácticos, apenas había en la biblioteca un libro de las disciplinas que explicaba; los equipamientos para prácticas específicas no existían, ni las consignaciones para adqirirlos. Todas las dificultades no nos arreedraron y hoy las recuerdo casi con nostalgia y cariñosa añoranza.  Pronto CyTA pasó de título propio, a titulación oficial. La única en Andalucía, aunque por poco tiempo; recuerdo como puntualmente la “demanda” de una industria del sector, llenó de alumnos el primer curso de CyTA en la Universidad de Granada con un reclamo masivo de empleo. Aquella circunstancia facilitó que la Junta de Andalucía permitiera a la Universidad de Granada “adoptar” nuestro plan de estudios, que compartimos hasta la extinción de la licenciatura, incluso con intercambio de profesores (más bien de profesor, pues Jaime Martínez Henz era el único itinerante, salvo casos puntuales).

Ya en el año 1995 al trasladarse el Departamento de Bromatología y Tecnología de los Alimentos al campus de  Rabanales, lo hizo también la titulación. Primer Departamento y primera titulación que se impartía en este campus, en el único edificio habilitado por aquellos entonces, el C1, hoy rebautizado con el sugestivo apelativo de Edificio Darwin. El desembarco posterior de la Escuela Politécnica, con grandes necesidades de espacios docentes, alejó a CyTA de sus aulas iniciales,  aunque no desistimos de volver a ellas, más cercanas a nuestro Departamento, en lo que es ya una antigua reivindicación. Porque ésta ha sido siempre una titulación reivindicativa de su idiosincrasia; al ser un periplo de estudios demasiado corto (dos años) con pocos alumnos, que ya poseían una titulación previa, con poca cohesión doctrinal y profesional entre ellos, las  posibilidades de definirse y hacerse notar en el Campus eran más bien escasas. Aparecía como un apéndice menor de la “Gran Veterinaria”. A partir de entonces no hemos cesado de reclamar la atención de los diferentes decanos y vicedecanos que han ido sucediéndose. Un detonante simbólico de su propia identidad fue la creación de su escudo (hace 13 años). Fue siendo Decano el Prof. Anselmo Perea Remujo, que con su sucesor el Prof. Librado Carrasco Otero, permitieron que la titulación fuera tomando protagonismo, para lo cual la participación como vicedecano, de ambos equipos, del Prof. Rafael Gómez Díaz, fuertemente comprometido con la titulación, fue decisiva.

En un campus eternamente en obras de ampliación y consolidación, conseguir recursos elementales era a veces un triunfo singular. Recuerdo como conseguí del entonces Vicerrector de Infraestructuras  del Campus, el Prof. Francisco Gracia Navarro, un cañón de proyección de imágenes desde ordenador. El precio entonces astronómico, más de un millón y medio de las antiguas pesetas, entonces parecía un capricho y una presunción inadmisible para una titulación minimalista, entre grandes titulaciones y facultades enteras carecían de este recurso. Lo conseguí finalmente y durante un tiempo fue el único proyector de ordenador en el campus que me permitía impartir mis asignaturas completas de CyTA con el soporte informático del  PowerPoint.  Aquello ya es historia y hoy ya se han instalados proyectores en cada aula, en cada  departamento y en muchos de nuestros despachos para uso personal.

En aquellos tiempos inicales de CyTA, la carencia de medios la supliamos con imaginación; improvisábamos recursos docente para explicar Dietética y Nutrición, como Nutriplato nuestra propia base de datos de composición de alimentos, ya que las que existían eran caras y además poco útiles para un tecnólogo de alimentos. Incluso, en cierta ocasión, para señalar a los alumnos la ubicación de los pliegues corporales, para el posterior cálculo del contenido de grasa corporal en los niños, no tuve mejor ocurrencia que subir sobre la mesa del profesor, en el aula, a mi propia hija Alicia, que con dos añitos y su mamá, esperaban el final de clase para dar un paseo. Hoy, Alicia está de nuevo en la aulas de CyTA, no como modelo, sino como alumna de una nueva CyTA, convertida en grado, con las aulas llenas y con el proyecto de convertirse en un referente académico en una Universidad con vocación agroalimentaria, que capitanea junto a otras cuatro universidades, el único Campus de Excelencia Internacional en Agroalimentación de España, que ha recibido el Reconocimiento de Calidad del Gobierno de España.

Pequeñas anécdotas y grandes esperanzas en esta titulación a la que me siento especialmente ligado y agradecido.

Feliz vigesimoquinto aniversario a la titulación de Ciencia y Tecnología de los Alimentos