¿Nunca os ha pasado al doblar calcetines limpios, que os falta uno de la pareja?.
Os habéis preguntado ¿cómo es posible que los metierais los dos en la lavadora y sólo haya salido uno?
No, no estoy de broma, ni voy a utilizar esto que nos ha ocurrido a todos (por lo menos a los que manejamos la colada), como un símil o una metáfora.
Pero tampoco es algo que se me haya ocurrido a mí sólo, podéis encontrar foros enteros y páginas en internet dedicados a esto e incluso en facebook o twitter.
Lo peculiar de todo esto, que hasta ahora os puede parecer algo jocoso, es que en esta semana me escribe una antigua alumna, que está trabajando en una empresa privada japonesa sobre mejoras de los microondas para el calentamiento de alimentos. Lo ha hecho para enviarme un enlace a una página web, que al día siguiente ya no existía y una historia en un email que ya no encuentro por ninguna parte de mi maravilloso Outlook (lo cual tampoco sorprende tanto).
Al parecer, en su empresa trabajan en un proyecto para la mejora de la eficiencia energética de las lavadoras. Ella vio el departamento en el que “centenares de lavadoras” se encuentra en filas, emparejadas por la parte trasera, lavando y sobre todo centrifugando “calcetines” con colores y formas peculiares que los hacen perfectamente identificables cada uno de ellos. Frente a cada lavadora unas cámaras de vídeo, en las que se leía Bullet time. Hasta aquí todo apunta a pruebas de resistencia de materiales, control de gasto energético, etc. Pero, ¿por qué calcetines? ¿por qué diferentes?¿por qué cámaras de alta velocidad?.
Siempre les digo a mis alumnos que deben tener curiosidad y “no creerse nada” y esta alumna parece que es una de las que me escuchaba en clase. Su curiosidad le llevó a buscar información sobre el departamento de lavadoras, en los ordenadores de la empresa (acceso prohibido con nivel de seguridad máximo) y a intentar relacionarse con los técnicos y científicos del departamento, pocos y muy antisociales… Menos uno, que en una tarde de sake (tras tener un buen saque de sake) le murmuró algo que le sonaba a chino (recordemos que son japoneses), “experimento Philadelphia” y círculo de Moebius. Tras comprobar que de Moebius hay unos comics bastante chulos, una película argentina de ciencia ficción de los noventa (nada prometedor), una imagen de una cinta continua imposible, donde la cara de fuera se convierte en la dentro y viceversa, que además se puede hacer con un papel y un poco de celo y que se usa para representar lo sostenible y lo ecológico… menos prometedor que la película… pero al menos coincidiendo con el mismo símbolo que representa al proyecto de las lavadoras en la empresa. Pero finalmente, encuentra la relación entre Moebius y el experimento Philadelphia: es un hecho histórico (top secret) que propusieron Albert Einstéin y el matemático Hibert para demostrar la teoría de los campos unificados, y que se desarrolló en junio de 1943. Al parecer, cuando intentaban hacer invisible al radar a un barco, haciéndolo girar en un sentido, mientras un submarino bajo él, lo hacía en sentido contrario, ocurrieron cosas alucinantes: se perdió el equipaje, el barco se trasladó momentáneamente y los tripulantes se volvieron locos…
Intrigada con lo que había descubierto, intentó saber más, pero el trabajador aficionado al sake del departamento de lavadoras, ya no trabaja allí y no había dejado dirección de destino.
Se sintió algo frustrada, pues pensó que no podía averiguar nada más, viendo que los habitualmente huraños trabajadores de la sección de lavadoras, la esquivaban aún más que de costumbre.
Ese mismo día, al llegar a su casa por la tarde, en el buzón tenía un pequeño papelito arrugado con una dirección web (la misma que me envió a mí), ella no entendía muy bien que se reflejaba en esa web, pues eran hojas de cálculo que básicamente alimentaban redes bayesianas, que producían los input para cálculos con redes neuronales artificiales. Lo único que encontraba familiar eran dos números que se repetían en muchos cálculos 6,022 x 1023 , que cualquiera que haya estudiado física y química identificará con el número de Avogadro; y 6.67384 x 10-11 , éste ya es para nota, pero que finalmente comprobó que era la constante de gravitación universal. Además de estos, yo he encontrado un tercero (ella no lo identificó) el número áureo que da sentido a lo que luego explicaré como proporcionalidad entre aceleraciones. Sabiendo que soy aficionado a los números y sobre todo por la lata que le había dado en la carrera con los problemas realizado con hojas de cálculo (Excel), se decidió a escribirme y contarme lo que sabía… Le he vuelto a escribir, pero no me contesta, por lo que, por si me ocurre algo, quiero difundir lo poco que sé.
Básicamente, lo que he descubierto de la nueva teoría de los campos unificados y entrelazamiento cuántico (la verdad, algunas cosas en páginas que más parece de perseguidores de OVNIS y que para no quitarle rigor a los enlaces que os pongo, voy a omitir), se basa en que dos cuerpos describiendo círculos concéntricos en direcciones opuestas, con una determinada aceleración de giro, o tensor de inercia (lo que ocurre en una lavadora cuando empieza a centrifugar, o para de hacerlo) pueden generar una fuerza electromagnética entre ambas, que puede permitir el desplazamiento de objetos de su interior, fuera del espacio-tiempo. Es decir, lo que ocurre es un salto en el tiempo. No penséis que se me ha ido la olla, no se trata de regreso al futuro, sino más bien de regreso al pasado. Es más fácil de comprobar con objetos pequeños, de baja masa, que adoptan formas redondeadas (como un calcetín centrifugado) los cuales pueden trasladarse en el tiempo, a lugares que ocuparon anteriormente. La traslación temporal obedece a una magnitud logarítmica basada en la sucesión de Fibonacci, en base a la proporción de las aceleraciones respectivas de ambas lavadoras que cumpla el número áureo:
Esto lleva en la mayoría de los casos, a proporciones directas (primeros diez números de Fibonacci), lo que provoca cambios temporales de minutos. Eso implica viajar en el tiempo pero quedarse en la misma lavadora (no nos damos cuenta). Más raramente, se pueden dar proporciones de aceleración de 2 (la aceleración de una lavadora, respecto a la otra está entre el número 10 y 100 de Fibonacci), lo que representa horas o días (calcetines que vuelven a aparecer en el cesto de la ropa sucia, o incluso en el cajón de los calcetines), magnitudes superiores a 3, por su escala logarítmica en la sucesión de Fibonacci, puede suponer años o incluso siglos de desplazamiento temporal y por consiguiente, normalmente físico. Por eso, en el experimento Philadelphia las translocaciones del barco eran casi contiguas (giraban a la misma velocidad o aceleraban su giro poco) eso provocaba un fenómeno visual como si vibrara.
Y ahora entra en juego la segunda constante encontrada por mi alumna: el número de Avogadro, ya que debe haber una densidad muy baja de moléculas en el lugar de destino (básicamente un gas) o de lo contrario se produce un retorno inmediato o rebote (no apreciable por el ojo humano), pero sí por cámaras de alta velocidad.
Con esta información y alimentando las hojas de cálculo de la página web que me había enviado mi alumna, con datos que ya sabía podían ser válidos para hacer los cálculos, encontré simulaciones espectaculares, en las que se identificaban lugares del globo terráqueo “calientes” más propensas de acoger estos fenómenos. Entre ellas España (supongo influirá que aquí todos tenemos lavadora, aunque las oscilaciones del eje de la tierra parece que también tenía mucho que ver). Cálculos de incidencia entre las rotaciones, distancias entre lavadoras, tamaño de los objetos, etc.
¿Cómo se traduce esto a nuestros calcetines y lavadoras? Pensemos en una gran ciudad como Madrid, Barcelona, o ¿por qué no? Córdoba, calculemos cuantas lavadoras pueden estar funcionando a la vez (por ejemplo en este puente con buen tiempo, después de las últimas lluvias, cambio de temporada, etc.), cuantas de esas lavadoras están orientadas una frente a otra (no necesitan una coincidencia total, llegando a tolerancias de ± 30°) en bloques de pisos, con aproximadamente la misma altura por planta y con zonas similares destinadas a tener la lavadora (en pisos totalmente simétricos) y en muchos casos con orientaciones al sur (la más usadas por los arquitectos en esta zona). Además, esta coincidencia de posición no tiene porque ser entre lavadoras próximas, pudiendo darse a más de un kilómetro de distancia. Todo es cuestión de azar. En determinado momento, en el que se sincronicen en algún múltiplo de magnitud de los centrifugados (cada vez las velocidades de centrifugado de las nuevas lavadoras son mayores y por tanto las aceleraciones y desaceleraciones posibles más numerosas), es cuando nuestro calcetín desaparece (o braga o calzoncillo, pero estos no van por pares y los notamos menos)… o produce la trepidación de la lavadora y hasta pequeños desplazamientos (como el barco del experimento Philadelphia).
Os puede parecer todo muy complicado, para simplemente dar explicación a los calcetines perdidos, pero pensad por un momento en el potencial en transporte de mercancías (o personas), en desarrollo de estrategias bélicas o terroristas (explosivos que aparecen en lugares a kilómetros de distancia, en tiempos anteriores a los actuales). Pensad en la paradoja espacio tiempo que todo esto supone, al poder manejar un pasado más o menos lejano… ¿cambiaríamos el presente y por tanto el futuro?, ¿o seguiría la línea tiempo en la que estamos, mientras en una realidad paralela el futuro se modifica?. A efectos prácticos no nos daríamos cuenta. Todo esto es lo que se postula en la teoría de los multiversos.
Afortunadamente para nosotros, de lo que he podido entender, en este momento, el control que se tiene sobre estas máquinas del tiempo-lavadoras es muy bajo. Esto es debido a que el grado de incertidumbre es muy alto en cuanto a los desplazamientos temporales. Dos lavadoras sincronizadas en sus centrifugados para provocar una determinada proporción de sus aceleraciones, pueden o no provocar desplazamiento espacio temporal y este puede oscilar en márgenes temporales cada vez más grandes, cuanta más distancia se produce en el tiempo. Y también es enorme el número de rebotes (el lugar a ocupar por el objeto desplazado es demasiado denso para mantenerse en él) . Pensad que en los cálculos a momentos distantes en el tiempo, hay que contar con factores como la nutación (el cabeceo de la tierra), pues al parecer la rotación y traslación terráquea no afectan. Por lo que creo, que por ahora, podemos estar tranquilos… el que no se queda tan tranquilo soy yo, pero al menos mi inquietud ahora la comparto con vosotros...
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