El IX Congreso de Ciencia y Tecnología de los Alimentos se ha desarrollado entre el 16 y 19 de mayo en CaixaForum de Madrid, con actividades satélite en el Real Jardín Botánico; si bien, el programa real del congreso se desarrolló el 17 y 18, pues el día previo fue para la habitual conferencia de decanos y el 19 para el congreso junior.
Cómo siempre, estas reuniones científicas son un buen momento para ponerse al día de las investigaciones más punteras y hacer contactos con otros científicos, aunque al ser este tipo de congresos tan genéricos, abarcando tantas disciplinas en el mundo de la Ciencia y Tecnología de los Alimentos, que a veces no profundizan en algunas temáticas tanto como yo hubiera deseado.
No obstante, desde la conferencia inaugural del Dr. Campillo, sobre los fundamentos darwinianos de la alimentación humana, desarrollada de forma tan amena como José Enrique nos tiene acostumbrados, hasta la de la clausura sobre Huertos Urbanos por parte de Annie Novak, con algunas traducciones espontáneas del inglés al español bastante divertidas, de todas las actividades se ha podido aprender algo, o coger ideas para nuevas investigaciones.
Entre las ponencias de mayor interés para mí, las referidas a Bioactividad y más concretamente la de Juan Miguel Rodríguez Gómez sobre probióticos de los que ya le oímos hablar en la jornada sobre Microbiota, Dieta y Lácteos y la de Laura Bravo Clemente, sobre compuestos bioactivos, que además de dar un repaso a la complejidad de estos variados compuestos funcionales, nos acercó su último estudio sobre los efectos beneficiosos del mate (argentino).
Entre las comunicaciones orales, como no, la de mi compañero Fernando Cámara sobre el contenido y biodisponibilidad de calcio y selenio en brasicas, investigación desarrollada en colaboración con nuestro común amigo del Instituto de Agricultura Sostenible, Antonio de Haro (que hace poco hablaba de estas plantas en la Jornada de Alta Cocina y Ciencia).
En relación a las actividades desarrolladas en el Real Jardín Botánico, mencionar la contribución a la salud de los congresista, que ha supuesto las idas y venidas de CaixaForum al Real Botánico (y viceversa) con su buena cuesta incluida, lo que ha provocado que nos perdamos alguna actividad por los tiempos de desplazamiento. No obstante, ha merecido la pena asistir a algunas de ellas, como las relacionadas con los métodos no destructivos tales como la Resonancia Nuclear Magnética, aunque alguna de las charlas fueran quizás demasiado «químicas», pero que seguro darán que hablar en un futuro próximo. Cómo seguro lo harán los sistemas de encapsulación y liberación controlada (micro y nano), con toda la polémica y dificultades que estas técnicas hoy en día pueden suscitar para su uso en humanos.
Jorge Ruiz Carrascal, un gurú de la información (bien formada) en internet, aunque nos tiene un poco abandonada la margarita (la margarita se agita), en esta ocasión ha hablando de la problemática de la sostenibilidad de la carne y las alternativas que un futuro próximo nos depara, aunque poco esperanzadoras.
Otro plato fuerte de las actividades paralelas era las impresoras 3D de alimentos, aunque Javier Martínez Monzón, nos dejó el sabor agridulce de lo esperanzador de esta tecnología y los desesperante del presente, si excluimos las especializadas en chocolate. En cualquier caso, yo me la pido para reyes.
El fin de la experiencia congresistas madrileña quiero cerrarla con una advertencia, para no ser tan pardillo cómo lo he sido yo al tomar unos refrescos en El Brillante de Atocha, junto al museo Reina Sofía y cerca de la estación de Atocha, que aunque anuncie el mejor bocata de calamares, es recomendable tomarlo a palo seco, por los desorbitados precios de las bebidas, de la que os dejo su carta de precios que si hubiera visto antes, hubiese evitado: