Tesis peculiares (montaje entre ensayo y tesis)

Encontramos por internet algunos comentarios, e incluso libros, que nos hablan de lo que supone las tesis para los doctorandos, pero raramente se encuentra algo que se refiera al punto de vista del director de tesis.

Creo que con 23 tesis defendidas y unas 10 en diferentes procesos de desarrollo, más una cuantas que finalmente se abandonaron, tengo alguna noción para decir que no todas las tesis son iguales. Como soy científico, trato siempre de observar y clasificar lo que se pone a tiro y en esta ocasión, le toca el análisis a las tesis doctorales.

Podríamos clasificarlas por varios criterios, uno importante es diferenciar a aquellos doctorandos que terminan su grado, máster investigador y como continuación de su formación abordan una tesis doctoral. Para muchos de estos es simplemente una etapa más en su formación hacia una meta, que en muchos casos es ser profesor universitario o investigador (para eso sirve principalmente la tesis en nuestro país). Muy diferentes de aquellos doctorandos que en cualquier etapa de sus desarrollo profesional (incluso una vez finalizado) tienen el deseo de hacer una tesis doctoral. De estos últimos, algunos tienen un interés más o menos fuerte en iniciar una nueva etapa de su vida, investigadora y/o docente, pero otros, simplemente lo hacen como reto y «disfrute» personal.

Obviamente, el componente económico es fundamental y tendremos que distinguir las tesis que cuenta con contrato para desarrollarlas (FPU o FPI principalmente), de las que son autofinanciadas por el propio doctorando. Y en este mismo sentido diferenciar las que están sustentadas por un proyecto del grupo de investigación que acoge la tesis, es decir tienen financiación para el desarrollo experimental, respecto a los que no cuentan con el mismo.

También podríamos distinguir un tipo de doctorando especial que es el que hace su tesis por necesidad laboral, o prosperar en su puesto de trabajo. Sus condicionantes y ánimo, pueden ser muy peculiares.

Por último, por no hacerlo eterno, yo clasificaría las tesis locales, en la que director y doctorando están en la misma ubicación, respecto a las que están en el mismo país y por último, en países diferentes.

No sería justo, sino incluyera el factor humano: el del director está bien retratado en muchos relatos en Internet, desde directores muy controladores, hasta aquellos que no se preocupan en absoluto del doctorando. Pero también hay «clases» en los doctorandos, desde aquellos que son incapaces de dar un paso sin que el director los supervise y si estos están ocupados, la tesis se queda parada; hasta los super-proactivos que ante cualquier problema, lo solucionan por si mismos, o investigan todas las posibles soluciones para discutirlas con el director. Aunque están también los tozudos, los que no se dejan dirigir y aunque les argumentes, razones, u ordenes que tienen que hacer, al final hacen lo que quieren.

De todo tipo de doctorandos he tenido ocasión de dirigir y lógicamente, la combinación de algunos de estos elementos de clasificación son «mortales» para la tesis. Doctorandos que están trabajando y hacen la tesis por gusto, falta de proyecto de financiación y la ubicación en diferente continente, son un cóctel complicado de llevar adelante, salvo honrosas excepciones. Si a eso le unimos circunstancias como crisis económicas, locales o globales, el resultado suele ser el abandono de la tesis. Lamentablemente he tenido que sufrir algunos de estos casos, que te dejan un regusto amargo, ya no por el tema de tesis abandonado, sino por las ilusiones frustradas del doctorando.

Sirva esta clasificación para poner en situación de la última tesis de las que he dirigido que ha dado lugar un flamante doctor: Alberto Hernández de los Reyes, que defendió el pasado 7 de mayo su tesis doctoral «Intervención en el estilo de vida mediante mHealth e impacto en la salud» que ha sido calificada con Sobresaliente «Cum Laude».

La historia de esta tesis es peculiar, pues Alberto y yo nos conocimos por redes y decidió hacer el máster en Nutrición Humana, que yo dirijo. Alumno brillante, que compaginaba su trabajo como dietista con el desarrollo del máster, exploró los mundos de la investigación que el máster le ofrecía, pero finalmente se decidió a proponerme hacer la tesis conmigo y con mi compañero Fernando Cámara. Su idea inicial de aprovechar datos de su consulta, ya que es una persona muy metódica y ordenada que había recopilado gran cantidad de información, la cambiamos hacia un camino por explorar: el apoyo que podía tener un nutricionista con una aplicación móvil para mejorar los resultados en sus pacientes. Estaba casi todo por hacer, incluida la aplicación, siendo la fuente de financiación su propio bolsillo. Además, Alberto vive y trabaja en la provincia de Cádiz, que no es Iberoamérica, pero tampoco facilita las cosas. Por tanto, varios de esos factores de los que citábamos al principio, estaban en contra de un buen desarrollo de tesis. Pero había un factor importante a favor, su proactividad, criterio y sobre todo esa capacidad de estructurar y acometer el trabajo de forma eficiente y eficaz. 

Lo primero en abordar fue la aplicación, desarrollada desde cero y que emitiría mensajes tipo Push-up a los pacientes. Selección de pacientes de su consulta con su consentimiento informado, ensayos clínicos registrados y comités de ética obtenidos. Clasificación aleatoria de los pacientes y mucho trabajo por hacer, de lo que puntualmente nos informaba, mientras una amplia revisión bibliográfica le orientaba sobre como abordar la estadística y sobre todo, donde publicar. Y  lo hizo. Hizo todo ello y publicó: 

Y no publicó más, porque nos quedamos sin financiación para seguir publicando, pues aunque tenía yo en una unidad de gasto de la universidad, dinero de sobra para seguir publicando, un nefasto diciembre del 19, nos retiraron todos los remanentes y nunca más se supo. Paradójico un sistema docente basado en cursos de octubre a septiembre, con un sistema contable de enero a diciembre y para colmo, una retirada de fondos por sorpresa que dejó el hábito de reservar para el resto del curso siguiente (o plurianual) en dique seco. Lo cual no es que sea ilegal, todos sabíamos que las cuentas se cierran a cero en diciembre, pero hacía años que esta premisa no se cumplía y nos dejó en ropa interior. Por tanto retomamos ahora el camino donde los dejamos, con alguna publicación más en el tintero.

Pero no contento con la proeza que había desarrollado: una tesis sin financiación ajena, con unos resultados científicos como los indicados, sino que me propuso que buscara un tribunal de alto nivel para evaluar la tesis, el cual estuvo compuesto por los profesores doctores, Francisco Pérez Jiménez, Ángel Gil Hernández y Javier Aranceta Bartrina. Todo un lujo de tribunal que dio buenos consejos para seguir investigando a Alberto. Lástima de esta pandemia, que a pesar de ir retrasando el momento de la lectura, con la tesis terminada desde hace un año, finalmente no permitió que el tribunal estuvieran completamente en presencial, con la intervención por videoconferencia de Ángel Gil.

Ni que decir tiene que así da gusto dirigir una tesis y que el factor humano en muchas ocasiones supera todas las expectativas, lo cual he tenido ocasión de comprobar en este caso y en el de otros doctorandos míos, que con crisis galopantes en su país, una falta de medios tremenda e incluso jugándose la vida por una toma de muestra, o para hacer una encuesta, finalmente consiguieron su objetivo de ser doctores. Y mi entrañable recuerdo para los que fueron vencidos por las circunstancia o el desanimo y vieron frustrada su ilusión de ser doctores.

Mi enhorabuena a todos ellos y en especial a Alberto…¡ahí quedó el listón..!  ¿alguien da más?

Si quieres conocer un poco más de las tesis que he dirigido: TESIS

No uso la diferenciación o/a en la terminación de las palabras (doctorando/a) o las más de moda /e  /@ como forma de lenguaje inclusivo, por una simple cuestión de fluidez en el lenguaje y porque a los de mi edad nos educaron en las normas de la RAE para escribir, que sigo usando. Aunque para ser justos, en mi caso debería hablar más de doctorandas, pues han sido mayoría tanto en las tesis defendidas (13/23) como en los abandonos, donde el factor de género es un hándicap más para conseguir defender una tesis.