A veces todo se planifica bien, en un ciclo de actividades variadas e interesantes, en una tarde magnífica de sol otoñal en un magnífico local (Parque de educación vial), con los medios audivisuales a punto e incluso servicio de ludoteca para los más pequeños, un tema interesante «Retos de la alimentación infantil en el siglo XXI» y un ponente del que no puedo hacer calificativos pues soy yo mismo.
Esa tarde esperábamos llenar la sala, pero finalmente sólo asistieron dos señoras, que obviamente venían a escuchar una charla y no podíamos defraudarlas, por eso, como si de una mesa camilla (mesa con enagüillas para meter debajo un brasero) nos sentamos las dos señoras, dos técnicos del establecimiento y yo, a hablar tranquilamente del tema que nos había reunido. Fue una conversación amena, de tú a tú, en la que creo que aquellas señoras recibieron más de lo que esperaban, pues más que una charla fue una clase particular. No hubo PowerPoint, ni Prezi, ni vídeos, ni siquiera papeles. Sólo preguntas y respuestas; profundizar en dudas personales que en una gran sala, por un motivo u otro no se resuelven. Y yo volví contento a casa por haber tenido una tarde de pequeño éxito.