Hace unos días, os daba información sobre mi toma de posesión como Secretario del Departamento de Bromatología y Tecnología de los Alimentos. En ese mismo post, os decía que sería por poco tiempo y ese poco tiempo está ya prácticamente concluido. El pasado viernes asistí al que creo, será mi último consejo de departamento, como secretario (al menos en una buena temporada). El motivo es que las circunstancias temporales que me llevaron a la secretaría del Departamento han cesado y por otra parte, mis nuevas ocupaciones empezarán a ocupar un mayor protagonismo en mis quehaceres universitarios.
En este último consejo, hice un recordatorio breve de que llevaba 19 años de servicio al departamento, que se dice pronto, pero que son media vida.
Me incorporé el 8 de marzo de 1996, en nuestras nuevas instalaciones de Rabanales, en medio de una situación interna muy convulsa, una secretaria destituida, un director dimitido, un director en funciones, que por ello, no se atrevía a tomar realmente el control. Un requerimiento por parte de los proveedores habituales del Departamento de que se le hicieran efectivas unas deudas pendientes (más de 4 millones de las antiguas pesetas) al que había que sumar un millón más en cheques emitidos y de los que no se tenían contrapartida. Una plaza en de profesor en litigio entre dos candidatas… Y unas tremendas rivalidades internas, de casi todos contra todos.
Si alguien espera que todo esto derive en el relato de una trama de corrupción, desfalcos e intrigas, como podría ser propio de otros foros y de tiempo más actuales, realmente se equivoca. El dinero sin justificación, tenía sus justificantes, que fueron apareciendo poco a poco. Nadie se había quedado una peseta que no fuera suya, más bien al contrario, incluso hubo quien había puesto dinero de su bolsillo. Se hizo un plan de pago a los proveedores que nos permitió reflotarnos, e incluso descubrimos otro millón de las antiguas pesetas, con el que no contábamos, gracias a meses de indagaciones contables.
Al frente del departamento indicando a donde debía ir el barco (departamento) mi buen amigo Paco León, recién nombrado catedrático (condición necesaria por aquellos entonces para serlo) y como secretario, el que os escribe, titular de universidad desde hacía tres años, que no se había metido en ningún tipo de gestión hasta entonces, con la rémora de terminar de publicar artículos de mi tesis, y un proyecto del ministerio sobre mis espaldas que desembocó, además de en unas cuantas publicaciones, en la primera base de datos de contenido mineral en lácteos de España y una de las primeras del mundo y que durante bastante tiempo fue la única web de datos de composición de alimentos gratuita de nuestro país.
Entre los retos de aquellos primeros tiempos me propuse informatizar el departamento: primera web, sistema contable (en Access) que gustó tanto que durante años se usó en la ETSIAM para llevar la contabilidad de su secretaría y que aún usamos en mi departamento y por supuesto las actas, informes y toda la burocracia interna. Mérito no sólo mío, sino de una super-administrativa, que conseguimos después de echar a dos y canjear la tercera por ella: Loli Muñoz.
Pero sobre todo fueron tiempos de relaciones humanas, de lo que hoy llamaríamos inteligencia emocional, que fui aprendiendo del trato con mis compañeros. Ahí el tándem perfecto lo tenía con Paco León, con el que me repartía las tareas de apaciguar los conatos incipientes de hostilidades internas. Nuestro lema “apagar los fuegos, mientras son pequeños, siempre es más fácil” y por ello, no demorábamos en atender cualquier “cerilla” que se prendiera. Aprendí, mucho de Paco, de su forma de encarar los problemas y de su filosofía de vida. Gracias a él, extendí mis alas y volé, pues me dejó volar y tomar responsabilidades que no me correspondían, pero que sin darme cuenta me iba arrogando y que él iba soltando. Durante este periodo de bonanza, el resto de mis compañeros fueron creciendo, científicamente o en gestión. Llegaron proyectos europeos de la mano de Gonzalo Zurera y puestos de gestión en diversos ámbitos de la vida universitaria para muchos otros compañeros. El departamento crecía y se hacía un nombre, no sólo en la esfera de nuestra universidad, sino a nivel internacional.
Y mientras tanto, yo iba descubriendo, nuevos compañeros, que siempre habían estado ahí, pero que eran “los otros”: en especial recuerdo como aquellos otros, “los agrónomos” que tenían sus dependencias en otro lugar (sección departamental) y que por aquellas viejas rencillas entre veterinarios y agrónomos, eran “los malos”, poco a poco fui descubriendo que no lo eran, simplemente la impronta de ETSIAM y la de la FAVE es diferente y marcan los caracteres, primero de sus alumnos y luego de sus profesionales. Creo que ellos descubrieron en mí, también que no era el enemigo, como lo prueba que me invitaron a participar en asignaturas impartidas en la ingeniería, que fui el secretario del Aula de Cultura Gastronómica, hasta que se disolvió, de la mano de Antonio Díaz Alonso, o que me invitaran a participar en un programa de doctorado en Venezuela (Tecnología de los Alimentos) del que era el único no agrónomo y en la actualidad soy su coordinador.
Fueron 10 años de secretario de departamento a los que siguieron más de 7 de director del mismo. En esta nueva etapa, no cambié la forma de gestionar, simplemente lo hacía en solitario, con la ayuda de Loli Muñoz que fue de las primeras personas del PAS que accedían a un puesto de secretaria de departamento.
En estos años, he tenido la suerte de haber contado con el apoyo de prácticamente todo el departamento, lo cual lo prueban no sólo las votaciones para elegirme, reelegirme, o prorrogarme, cuando ya había excedido mi mandato; sino por otras muchas actividades que he coordinado y en el que mis compañeros me han apoyado, como fue un proyecto de innovación docente en el que todos participamos, y que recuerdo con especial cariño, pues fue antes del verano del 2003, un momento muy duro en mi vida. O cuando creamos una asignatura optativa para el primer ciclo de veterinaria, donde muchos colaboraron. Quizás ésta fue un ensayo, de lo que luego sería una forma más prolongada en el tiempo de docencia, con el máster en Agroalimentación, que en la actualidad coordino y que ha sido de alguna manera mi catapulta fuera de la zona de confort de mi departamento, para proyectarme a lugares más espaciosos y complejos, pero ciertamente atrayentes como son las coordinaciones y direcciones que actualmente gestiono.
Hoy en día, el Departamento de Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Córdoba, es uno de los departamento con mayor número de catedráticos, respecto a categorías inferiores, con una acumulado de sexenios de investigación realmente espectacular, una cuenta de proyectos y contratos, que suman miles de euros y con un abanico de gestores en diversos cargos de la vida universitaria, realmente sin mucho parangón en nuestra Universidad. Obviamente, el mérito no es mío, pero sí lo es la satisfacción de verme rodeado de grandes profesionales y formar un Departamento Universitario potente.
Valgan ahora estas palabras de recordatorio, y de memoria de aquellos compañeros que en el año 1996 formaban parte del departamento y que hoy ya no están en él. Algunos por pasar una vida más jubilosa y otros por una ausencia más perpetua. Y sirva también este relato de bienvenida a los que desde aquellos tiempos se han ido incorporando y que poco a poco nos irán dando el relevo y espero que aún algo más tarde, mantengan nuestras jubilaciones, e incluso alguno al que se la estamos manteniendo nosotros, pero que sigue acompañándonos y espero que por mucho tiempo.
Hasta siempre querido departamento.